Carlos Franco trabajó para el CaSa desde su inauguración en el 2006 hasta el 2016. Sus carteles anunciaron los primeros cursos, exposiciones, conciertos y mostraron cómo estos programas se consolidaron. Franco llevaba años diseñando para otras instituciones fundadas por el artista Francisco Toledo y cotidianamente comunicaba las actividades de una biblioteca (Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca), un centro fotográfico (Centro Fotográfico Álvarez Bravo), una fonoteca (Fonoteca Eduardo Mata) y un cineclub (El pochote). Así que, cuando comenzó a trabajar para el CaSa, ya sabía cómo expresar, de forma gráfica —y con sentido de humor— actividades tan diversas como las que se ofrecen aquí. Permanecen sus carteles y folletos como un registro de un tiempo en que los celulares no eran ubicuos y bastaba una caminata en el centro de la ciudad para conocer la oferta cultural.
Franco comenzó a diseñar carteles en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) en el 2001, un espacio fundado por el artista Francisco Toledo. Franco realizaba sus prácticas profesionales cuando un día, el director le preguntó si podía hacer un cartel, «para mañana». Aunque no sabía utilizar la nueva computadora Mac que tenían, recordó el consejo de uno de sus maestros: «si no lo sabes hacer, di que sí puedes, y quédate a aprenderlo». Franco entregó el cartel al día siguiente, y se quedó más de una década diseñando carteles para las instituciones que fundó Toledo.
Al llegar al CaSa Franco ya tenía un panorama más grande del diseño así que tenía más herramientas para solucionar proyectos editoriales. El folleto era un reto: había demasiada información. Necesitaba simplificarse para que los lectores no se enredaran. Primero se hizo una versión alargada y limpia en donde solo se especificaba los datos del taller. Más adelante se hizo en forma de libro, con imágenes para cada actividad. El calendario era un respiro: líneas simples comunicaban que una actividad continuaba varios días. Si se tenía duda en los datos, el calendario lo clarificaba.
Durante el tiempo que Franco trabajó en el CaSa, realizó varios proyectos editoriales. En muchos casos estaban directamente relacionados con los diplomados que se impartieron en el CaSa ya que frecuentemente se publicaban los resultados de los talleres, los poemas, partituras y proyectos artísticos. También durante este periodo, un colaborador, Omar Fabián, propuso el proyecto Taxi-cuentos, en el que, cada mes se colocaba un nuevo libro, editado en el CaSa, en los taxis colectivos del valle de Etla.
—Daniel Brena
