OCEANÍA ARTE RITUAL DE NUEVA GUINEA
El océano Pacifico ocupa la tercera parte de la superficie total de la Tierra, y en este espacio está contenido el 80% de las islas del planeta –unas 20,000 aproximadamente–. De todas ellas, Nueva Guinea es la segunda en tamaño. La mitad de la isla es parte de Indonesia y la otra parte es independiente. Aun cuando Nueva Guinea y las mayores islas del Pacífico han estado habitadas desde hace miles de años antes de que los europeos tomaran posesión de ellas, tanto sus habitantes como la totalidad de sus recursos naturales corrieron por el mismo patrón de despojo y explotación de otras áreas del planeta.
En 1511 el navegante portugués Antonio D’Abreu y su compatriota Iñigo Ortiz de Retes nombraron a la isla como Nueva Guinea por recordar que los habitantes de la costa occidental de África tenían un color de piel similar a los nativos de este sitio. A partir de ese momento la isla se convirtió en un botín que hasta la fecha es expoliado por los poderes coloniales europeos. Ingleses, holandeses, alemanes y compañías transnacionales se disputan minerales y cultivos y están acompañados fielmente en este proceso por diferentes misiones religiosas.
Cada isla de Nueva Guinea tiene su propia diversidad física y cultural. Viven ocho millones de habitantes distribuidos en islas mayores y menores y se hablan aproximadamente 850 lenguas diferentes. Son pequeños microcosmos de la experiencia humana: volcanes, cadenas montañosas, selvas y bosques muy densos, ríos de abundante caudal y el hecho de estar rodeados por el mar hacen de estos espacios un mosaico cultural tan diverso como complejo.
El acto de crear ha sido un amplio y recurrente tema en las manifestaciones artísticas de estos pueblos. Esta exposición trata de mostrar, aun fuera de su complejo contexto cultural, algunos de los conceptos centrales y los resultados estéticos de algunos grupos humanos de Oceanía.
Todos estos elementos han contribuido a construir una amplia noción de que tanto el ser humano como la naturaleza son imprescindibles y que el poder casi absoluto de la naturaleza ha alimentado una profunda reverencia en donde el humano debe acomodarse sin modificar substancialmente su entorno, del que depende totalmente. Los aportes que estas culturas han dado a la humanidad son significativos y continúan dando conocimientos invaluables al resto de la humanidad. Nuestro reconocimiento a sus contribuciones y enseñanzas de vida.
René Bustamante