Tomás Bernal Cruz aprendió a trabajar con juncos de río cuando era joven y vivía en el pequeño pueblo de San Jacinto Amilpas, en Oaxaca. Su abuelo, que recolectaba juncos y los tejía para hacer cestas, le enseñó las habilidades básicas para trabajar con este material, pero en lugar de hacer artículos utilitarios, Tomás prefería temas más extravagantes. Con técnicas artesanales que pocas personas de su comunidad utilizan hoy en día, crea juguetes inspirados en animales y automóviles para las fiestas patronales que se celebran en su pueblo natal y para las celebraciones de la Navidad y el Día de los Muertos.
Sus padres apoyaron su decisión de convertirse en artesano, al ver la forma en que se dedicó a perfeccionar su trabajo y desarrollar los talentos y habilidades que ha heredado de la cultura zapoteca. Sus diseños originales surgen de su imaginación, de los recuerdos de sus propios juguetes de la infancia y de los juguetes populares mexicanos. Tomás trabaja constantemente para mejorar su oficio, que implica doblar cañas y tallar madera en armazones similares a jaulas que a veces incluyen partes móviles. Prefiere dejar que sus materiales conserven su color natural, lo que requiere una aplicación cuidadosa de los fijadores. Ocasionalmente, incorpora la cartonería, el papel maché mexicano, a su arte. Sus trabajos de carpintería se realizan atando hilos de algodón alquitranados alrededor de las piezas que se cruzan, una técnica que se ha convertido en un sello distintivo de su trabajo.
Una de las formas en las que Tomás se mantiene motivado para seguir desarrollando su conocimiento es participando en concursos y exposiciones en todo el centro de México. Ha ganado muchos premios y la experiencia de la competencia le da satisfacción en su trabajo y motivación para seguir mejorando. Durante los últimos meses, ha estado trabajando incansablemente y con gran entusiasmo para construir nuevos juguetes.
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